Alfa Romeo entra en el mercado de los SUV premium con el Stelvio. La empresa milanesa afirma haber diseñado el modelo más dinámico de su categoría. Fuimos a comprobarlo en los Alpes italianos al volante de la versión diésel de 210 CV.
Alfa Romeo comenzó su renacimiento con el Giulia, y ahora continúa con el Stelvio, el primer SUV de su historia. Esta incursión en el mercado más boyante de Europa llega en un momento estratégico, justo entre la renovación de las dos grandes estrellas del segmento, el Audi Q5 y el BMW X3. Para hacerse un hueco entre los alemanes, la firma del Biscione ha apostado por dos valores caros a sus principios: el encanto y el placer de conducir. Por ello, el primer SUV de Alfa recibió el nombre de «Stelvio», en honor a un famoso puerto de montaña de los Alpes italianos, con unas 60 curvas.
La marca ha aprovechado el Giulia (que lleva más de un año en el mercado), el que ha aportado un soplo de aire fresco a las ventas, para crear su SUV. El Stelvio toma su plataforma, sus motores y su tecnología. Aunque se ha mantenido la distancia entre ejes, se han ampliado los voladizos y las vías. Esta estructura, conocida como «Giorgio», tiene la ventaja de ofrecer un peso bastante limitado. El Stelvio pesa alrededor de 1.650 kg, lo que lo convierte en uno de los más ligeros de su clase. La distancia al suelo se ha elevado, pero de forma muy sutil, para no alterar las cualidades de conducción. Como resultado, el italiano está configurado más como una berlina alta que como un SUV puro, precisa el concesionario de coches segunda mano Madrid Crestanevada. El arte de esta ocultación se debe al talento del equipo de diseño.
El mayor reto era no alterar el carácter latino del Giulia, votado como el coche más bonito del año, y en concreto la parte trasera, según el jefe de diseño alemán Klaus Busse. El Stelvio ha logrado su cometido y es un modelo superior al último y más consensuado Audi Q5, el líder de su categoría.
A bordo, el Alfa Romeo Stelvio baja un peldaño en comparación con sus competidores alemanes. A pesar de un interior bien diseñado, también cercano al del Giulia, y decorado con materiales nobles como el cuero, la madera y el aluminio, el Stelvio adolece de una falta de calidad de acabados. Los ajustes son justos, especialmente en el salpicadero y la tapa del contador. Lo mismo ocurre con el sistema mecánico diseñado para obtener un suelo plano. Una vez activado a través del mando situado en el maletero, no funcionó en nuestra versión de prueba (ver vídeo). Los asientos que se supone que se abren solos se quedaron en su posición. Con todos estos pequeños errores, el Stelvio corre el riesgo de pagarlo caro frente a rivales que brillan por su riguroso acabado.
Mantener la generosa distancia entre ejes del Giulia permite al Stelvio, que se beneficia de una mayor altura libre, ofrecer más espacio a los pasajeros traseros y satisfacer así a los insatisfechos que querían una versión familiar del Giulia. El espacio para las piernas es bueno y los dos ocupantes traseros disfrutan de un buen nivel de confort. Los asientos de la parte trasera habrían sido más profundos y cómodos. El volumen del maletero es de 525 litros, lo que está en la mitad del segmento.
En cuanto a la tecnología de a bordo, el italiano acapara todo el contenido del Giulia. Un generoso equipamiento basado en la asistencia de mantenimiento de carril, el control de crucero adaptativo o la detección de peatones, pero nada tan avanzado como el último Audi Q5 que puede beneficiarse de la instrumentación virtual, la suspensión neumática, una cámara de 360º o el aparcamiento automático, por ejemplo.